En el caso Morassi, el agricultor que fue quemado por un Ovni, tuve que viajar a Arequito. Sucedió el 21 de junio de 1980. Tuve la suerte de tener en mis manos fotocopias del expediente.
Un Ovni le hizo quemaduras en la espalda a Ángel Germán Morassi mientras estaba arando. El caso, si hubiera prosperado, habría sido indemnizado por el Estado, que es responsable de custodiar el espacio aéreo de la Nación, pero ante la falta de testigos esa noche, fue archivado como “N.N. (presunto OVNI) por lesiones culposas)”.
En el caso Pérez, en Venado Tuerto, fui con Américo Lumelli y hablamos con el chico Juan Oscar Pérez, que tenía 12 años el 6 de septiembre de 1978.
Trabajaba en una estancia y cuenta que entró a una nave con forma de disco y vio un ser enorme con un traje azul plateado, que ayudado por un robot pequeño con brazos terminados en pinzas trozaba huesos de animales (vacunos) y los arrojaba en un recipiente. Fue la primera vez que (para nosotros) aparece ganado mutilado.
Con el ya fallecido Lumelli investigamos el caso de un camionero llamado Ricardo Fussi, que transportaba leche, y en el campo vio un Ovni exactamente igual al de Adamski. Fuimos al lugar y cuando sacamos las fotos, el celuloide quedó marcado con unas emanaciones rojas.
Otro caso era en el año 1967, fue el del avión militar que estaba haciendo maniobras sobre el río Paraná. El avión Pucará venía volando a muy pocos metros del río, frente a Rosario, cuando se le para el motor, el aparato se estrelló en una isla y el piloto, que se llamaba capitán Iserr, eyectó, va hacia arriba, se le abre el paracaídas, viene descendiendo con normalidad y de pronto desaparece el piloto y cae en el agua el paracaídas vacío. Eso fue visto por muchas personas. Lo buscaron por todas partes pero el hombre jamás apareció.
El Departamento de Accidentología vino y se llevaron los restos del avión.
El fenómeno Ovni está presente porque antes, otro Pucará que también hacía pruebas, volando sobre un pueblo cercano, era seguido por un Ovni, y eso fue visto por los lugareños. A ese avión también se le paró el motor y se estrelló, el piloto resultó salvo.
La radio
En aquella época de juventud, hacía una vez por semana un programa de radio de una hora de duración, que se emitía por LT3 Radio Cerealista y se llamaba “El Misterio de los Platos Voladores” con la locución de Emilio Rodríguez. Beatriz Fontán era la locutora comercial y participaba el periodista Covelli. Fue en el año 1965 y hablábamos de diferentes temas.
Recuerdo que el 3 de julio de 1965, personal del destacamento naval observó el desplazamiento de un objeto volador no identificado en la isla Decepción, en la Antártida argentina.
El objeto irradiaba colores verde, rojo y amarillo y posteriormente, el avistamiento fue desmentido por la Marina. Saqué a relucir que las fotografías que se tomaron eran verdaderas y leí lo que decía el mayor Donald Keyhoe sobre los objetos voladores no identificados.
El programa lo estaban escuchando mis padres y cuando llegué a casa mis padres me dijeron que ¡como me atrevía a contradecir a los militares!, ¡que estaba loco! Unos días después, una noche, entre las 3 y 4 de la madrugada, golpean la puerta unos tipos de civil. Se levanta mi mamá y pregunta quién es:
-¿Acá vive el señor Nicolás Manuel Ojeda?, preguntó uno de ellos.
Sí, le dijo mi madre creyendo que se trataba de mi papá.
Y les preguntó quienes eran.
-Somos del Servicio de la Marina-, o algo así le respondieron y a mi madre se le heló la sangre.
Les dijo que no estaba y le advirtieron que no siguiera diciendo lo que decía en la radio, porque iba a tener consecuencias. Y se fueron. Ya se había levantado también mi padre y abrió la puerta de mi dormitorio y me agarró del pijama y preguntó: ¿En que estás metido vos? ¡Te dijimos que ibas a tener problemas!, ¡son las 4 de la mañana y tu madre llorando!
Fue una experiencia fea.
Con Fabio Zerpa
Después tuve una visita más agradable, que fue la de Fabio Zerpa con su señora. Mi mamá estaba feliz, la esposa nos sacó fotos a todos. Otro que me visitó fue el periodista Eduardo Azcuy, también estuvo el suboficial Rualde Moyano, y un día el secretario de“Pipo” Mancera, para invitarme al programa de televisión Sábados Circulares, donde estuve el 6 de julio de 1968.
También me visitó Antonio Las Heras.
Por mi ex casa de calle Alsina 1314, pasó muchísima gente.
Militares
Muchos de los altos jefes militares creían en los Ovnis, en 1968, el general Juan Carlos Onganía afirmó “personalmente creo que los platos voladores existen”. La relación era de respeto por ambas partes.
Fui el primer civil que tuvo el privilegio de ingresar en el Círculo de Aeronáutica, ubicado en calle Córdoba 951.
Me llevó el comodoro Eduardo J. Palma y me presentó al comandante Dante Ferrero. Me mostraron en 1965 los archivos de la Fuerza Aérea sobre Ovnis. En un mueble en la pared estaban cientos de rollos de película, en latas, de filmaciones de Ovnis. Y carpetas con una colección de fotografías, de 24 por 18 centímetros, sacadas en la Argentina y en el resto del mundo, en blanco y negro con Ovnis en todas. Era impresionante.
En el grupo investigador de Ovnis de la Fuerza Aérea estaban el comodoro Dante Ferrero, el comodoro Eduardo J. Palma, y el suboficial mayor Rualde Moyano.
Antes, hacíamos los Congresos y participaban los investigadores de los organismos de las Fuerzas Armadas junto con nosotros. Presentaban casos que previamente eran de conocimiento nuestro porque no se nos escapaba ningún caso. Se comunicaban con nosotros, hoy todo eso se perdió. Uno de ellos, el comodoro Eduardo J. Palma, fue lo más honesto, lo más transparente que pueda haber. Un hombre cabal. Otro fue el comodoro Dante Ferrero. Con ambos, viajé al Uruguay y conocí a los integrantes del CIOVI, un grupo privado que hacía investigaciones sobre Ovnis con los que aprendí mucho.
Yo entraba al edificio Cóndor como si fuera mi casa. Fui colaborador ad honorem de la División Ovni entre los años 1967 y 1968. Me mostraban carpetas, me contaban de sus investigaciones, me hacían preguntas y yo también les preguntaba. Me daban información pero de ahí adentro no salía con ningún papel. Podía tomar apuntes pero sacar nada, ni una pestaña.
Cuando nosotros, en nuestros comienzos investigábamos el fenómeno Ovni, no teníamos idea sobre la presión que estábamos ejerciendo sobre las fuerzas armadas argentinas. Los militares tuvieron que salir a hacer declaraciones, como el brigadier general Adolfo T. Álvarez, que por entonces era el comandante en jefe de la Fuerza Aérea Argentina, quién admitió en julio de 1968, la existencia de los platos voladores, “si no, no sería aviador” -dijo- y que “el arma proseguía los estudios dentro de los medios disponibles”.
Ellos tuvieron que crear gabinetes de investigación propios, se hicieron como siete u ocho grupos de investigación Ovni dentro de las fuerzas armadas, dirigidos por militares de alta graduación.
A algunos de sus integrantes los conocí, y me dijeron que en 1962 la Marina constituyó la Comisión Permanente del Estudio del Fenómeno Ovni, COPEFO, que funcionó hasta 1975.
Esta Comisión estaba integrada por los capitanes de fragata Constantino Núñez, y Omar Roque Pagani, y los periodistas Eduardo Azcuy y Guillermo Gainza Paz.
En 1962, también el Servicio de Inteligencia de la Aeronáutica creó su propia sección Ovni, esto se sabe por un comunicado firmado por el Comandante Juan Alberto Sosa.
En 1979, en pleno Proceso, por orden del general Graffigna, se fundó dentro de la Comisión Nacional de Estudios Espaciales, CNIE, la División Ovni, dirigida por el capitán Augusto Lima, que funcionó hasta 1987. El ente fue reemplazado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, CONAE.
En 1991, se creó dentro del Centro de Investigaciones Técnicas y Científicas de las Fuerzas Armadas, un grupo de trabajo para investigar el fenómeno Ovni, coordinado por el comodoro Juan Carlos Massietti y con la cooperación del Capitán de Fragata Daniel Perissé, que fue uno de los testigos del avistamiento ovni en la isla Decepción.
En diciembre de 1991, la FAECE (Federación Argentina de Estudio de la Ciencia Extraterrestre), organizó el 12º Congreso Nacional de Ovnilogía en la ciudad de San Lorenzo.
Denuncié en mi disertación que había miembros presentes que ocultaban información Ovni a la FAECE y entonces subió el capitán Daniel Perissé y reconoció públicamente la existencia del CITEFA, que hasta ese momento era secreta.
Recuerdos
Estábamos las 24 horas metidos en la investigación, dejábamos nuestras familias, nos metíamos en campos arados, pisábamos bosta de vaca, rompíamos la ropa y zapatos en los alambrados de púa. Desde los años sesenta, hasta fines de los ochenta aproximadamente, no dejábamos caso sin investigar. Se daban casos de aterrizajes, avistamientos vistos por muchísima gente de campo.
Fabio Zerpa siempre decía que, la gente de campo es muy sincera y lo narra al hecho realmente como fue. Conocí gente buenísima, los habitantes del campo son los mejores testigos para detallar el avistaje de un aparato. Lo describían de una manera tan perfecta, “con forma de” que no te dejaba ninguna duda de lo que vieron.
En aquel tiempo, los investigadores íbamos al pueblo, hablábamos con el comisario, con el cura de la iglesia, con los testigos, sacábamos muestras de la tierra.
Ahora por la crisis económica todo ese espíritu se perdió. Yo creo que hoy, a los que manejan los hilos del fenómeno Ovni, les hemos dejado el terreno libre.
Al fenómeno Ovni lo investigué exactamente durante 47 años, 7 meses y 10 días, hasta el 10 de diciembre de 1999, cuando me retiré. Ahora lo que estoy haciendo es colaborar, ayudar, aconsejar a los investigadores.
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